Energía
Recursos garantizados: Destacan Tren Maya, Refinería y Santa Lucía
En el presupuesto para infraestructura pública en 2021 tienen el mayor respaldo los tres proyectos insignia
de la 4T
El Gobierno federal contempla una asignación de 132,447 millones de pesos de recursos fiscales para 162 programas y proyectos de inversión en infraestructura, entre los que destacan tres obras prioritarias para el proyecto político y económico del presidente Andrés Manuel López Obrador: el Tren Maya, que conectará distintas ciudades de la península de Yucatán y el Sureste mexicano; la reconversión y ampliación de la base aérea de Santa Lucía como aeropuerto comercial internacional, y la construcción de una nueva refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, como insignia de un posible resurgimiento de la industria petrolera controlada por el Estado.
Tren Maya
Para el Tren Maya la propuesta es aumentar 48 por ciento su presupuesto en comparación con lo designado el año pasado.
En el PPEF 2021 se contemplan recursos por 36 mil 288 millones de pesos para continuar con la construcción del ferrocarril que atravesará cinco entidades y tiene como objetivo incentivar el turismo de alto poder adquisitivo, el transporte de carga y de pasajeros de esa región.
Con estos recursos se contempla la adquisición de 30 locomotoras, 180 carros de pasajeros, la construcción de estaciones y talleres, además de la compra del ancho de la franja de 40 metros de derecho de vía para el quinto y sexto tramo del Tren Maya, pues en esa zona hay asentamientos irregulares.
Aeropuerto de Santa Lucía
Para continuar con la construcción del Aeropuerto Internacional en Santa Lucía el Gobierno federal destinaría 21 mil 315 millones de pesos, un aumento del 296.7 por ciento con respecto a lo presupuestado el año anterior.
De acuerdo con el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, los recursos para el nuevo aeropuerto contemplan la construcción de dos pistas civiles que operarán de forma paralela en la base aérea militar de Santa Lucía y tienen el objetivo de aliviar la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Los recursos, se detalla, se utilizarán para seguir construyendo la pista central del aeropuerto, las plataformas y calles de rodaje. Además, la inversión servirá para avanzar en la construcción de la terminal de pasajeros, las instalaciones de la autoridad aeroportuaria, el centro de operación, la interconexión vial Tultepec-Santa Lucía y para equipar para la operación del aeropuerto ‘Felipe Ángeles’.
El objetivo de la administración actual es inaugurar el puerto aéreo en Santa Lucía el 21 de marzo del 2022 y espera que en la primera etapa pueda recibir a 19 millones de pasajeros.
Refinería Dos Bocas
El presupuesto para la refinería Dos Bocas se encuentra considerado en el gasto programable de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex). Del presupuesto asignado a Pemex, se contempla que 45,050 millones de pesos sean destinados para la continuación de las obras de construcción de la Nueva Refinería Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, lo que representa un aumento de 9.1 por ciento, respecto a lo destinado para este año.
Esta cantidad es adicional a los 119.6 millones de pesos que ya tiene programado Pemex Transformación Industrial para inyectar en la refinería en 2021.
Pemex estimó que, con la refinería, se incrementará la producción en cerca de 173 millones de barriles diarios de gasolinas.
Las obras coordinadas por Pemex representan el gran proyecto del presidente López Obrador para reactivar la industria petrolera estatal, producir una mayor cantidad de gasolinas y avanzar hacia la llamada soberanía energética.
Energía
México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles

El que México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles señala un nuevo rumbo en la agenda energética-agroindustrial de ambas países. La declaración fue adelantada por la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar en su cuenta de X, quien señaló que ambas naciones buscarán alinearse para impulsar la producción y el uso de combustibles renovables derivados de biomasa.
Una alianza estratégica para el futuro energético
En una reunión privada celebrada esta semana, México y EE. UU. trazaron un plan conjunto que permitirá avanzar de forma coordinada en el desarrollo de biocombustibles como parte de su estrategia de seguridad energética. Según fuentes oficiales, el acuerdo fortalece la relación bilateral en un momento en que la matriz energética global se redefine. El documento de intenciones incluye transferencia tecnológica, diseño de estándares de mezcla y el impulso a mercados de bioetanol y biodiesel.
México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles
Se debe subrayar la magnitud de esta decisión y su impacto estructural. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles, articulando de este modo un conjunto de políticas industriales, agrícolas y de energía que hasta hoy habían avanzado por vías apartadas. En la práctica, este entendimiento es el resultado de trazar un puente entre la producción agrícola mexicana y la cadena de valor de combustibles alternativos que el vecino país del norte demandará en los próximos años.
Visión oficial y contexto regulatorio
Con la guía de la Secretaría de Energía (SENER), el gobierno mexicano ha iniciado una nueva fase regulatoria que incluye la ley de biocombustibles y reformas en materia de hidrocarburos. Estas reformas crean el marco jurídico para que proyectos agrícolas y energéticos converjan en una industria emergente. En este contexto, EE. UU. aportará experiencia, estándares y mercados listos para absorber productos derivados de biomasa mexicana.
Los protagonistas detrás del acuerdo
La reunión contó con la participación de altos funcionarios de ambos países. Entre ellos, la representante estadounidense Brooke Rollins y el subsecretario Luke J. Lindberg, quienes trabajaron junto con las contrapartes mexicanas para delinear los primeros pasos del acuerdo. Una de las fuentes consultadas describió el encuentro como “constructivo y cargado de posibilidades para la cadena agro-energética Norteamericana”.
Oportunidades y desafíos inmediatos
Este tipo de colaboración abre varias oportunidades: diversificación de fuentes energéticas, valor agregado para productos agrícolas mexicanos y mayor integración comercial con Norteamérica. Sin embargo, no está exenta de retos: las infraestructuras para el procesamiento de biomasa en México aún requieren inversión; los estándares técnicos deben ajustarse; y la coordinación logística entre ambos países será clave para evitar cuellos de botella.
Hacia una nueva era energética
Mientras otros temas globales dominan la agenda internacional, este entendimiento refuerza la idea de que la energía del futuro ya no se limita a petróleo o gas: la biomasa, el etanol y otros combustibles alternativos ganan terreno. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles al colocar un nuevo activo estratégico en su colaboración energética mutua. Si se ejecuta con visión y disciplina, podría marcar un antes y un después en la integración norteamericana y en el papel de México como actor relevante en esta nueva cadena de valor.
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Energía
México y su papel en la Guerra Energética que viene

México y su papel en la Guerra Energética que viene cobra cada día mayor relevancia en un mundo que disputa no solo el poder, sino el control del futuro. Entre el petróleo y el litio, la región podría definir buena parte del rumbo energético de las próximas décadas.
La nueva frontera de poder global
La reunión entre Donald Trump y Xi Jinping que tuvo lugar en Busan no fue un simple gesto diplomático. Representa el más reciente capítulo de una larga confrontación: la lucha por quién dictará las reglas del nuevo orden energético global. Detrás de los aranceles y las declaraciones, hay una pugna más profunda: la de los recursos, las tecnologías y la capacidad para sostener la transición energética.
Estados Unidos y China, potencias antagónicas en casi todo, han decidido apostar por caminos distintos, pero igual de estratégicos. Mientras Washington reactiva su músculo fósil, Beijing lidera la revolución de las energías limpias. La competencia no es solo comercial, es civilizatoria.
Fósiles vs. renovables: un juego de espejos
Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha vuelto a colocar al petróleo y al gas en el centro de la política económica estadounidense. Con reservas abundantes, infraestructura poderosa y décadas de dominio tecnológico, su apuesta se presenta como una defensa de la soberanía industrial.
China, en cambio, juega en otro tablero. Con menos hidrocarburos, pero con una posición dominante en minerales críticos y manufactura avanzada, ha decidido convertir su déficit energético en una ventaja industrial. No es romanticismo verde, es el control de las cadenas de valor: baterías, paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.
Según datos recientes, las exportaciones energéticas de EE. UU. alcanzaron los 80 mil millones de dólares entre enero y julio de 2025. China, por su parte, superó los 120 mil millones con su venta global de tecnologías limpias y almacenamiento energético. La balanza, por ahora, se inclina hacia Oriente.
Latinoamérica: la pieza que falta en el tablero
En medio de esta guerra silenciosa, México y su papel en la Guerra Energética que viene adquiere una importancia aún inédita. Latinoamérica por fuerza tendrá que ver, el Cono Sur concentra el 60 % del litio mundial, Chile y Perú son potencias cupríferas; mientras tanto, México posee los dos aspectos energético: productor de crudo y potencial exportador de hidrógeno y otras fuentes verdes.
Pero pese a este poderío, la región, México en específico, sigue al margen, oscilando entre políticas extractivistas del siglo XX y ambiciones verdes que aún no logran articularse con una visión geopolítica.
El dilema es claro: ¿convertirse en proveedores de materias primas o en socios estratégicos en las cadenas de valor global?
México entre dos fuegos
México podría convertirse en el puente entre las dos grandes potencias. Exportadores de petróleo a Estados Unidos y, al mismo tiempo, podría integrarse a las cadenas industriales impulsadas por China en electromovilidad y energías limpias. Sin embargo, la política energética actual enfrenta tensiones entre la seguridad nacional, la inversión privada y los compromisos climáticos.
El tablero se mueve, el reloj también
La “Guerra Energética” no será corta ni limpia. No se libra con tanques ni misiles, sino con minerales, patentes y tratados comerciales. Cada país busca asegurar su autonomía tecnológica, proteger sus intereses estratégicos y ganar tiempo frente al inevitable reordenamiento global.
Para América Latina, el desafío es doble: resistir las presiones de alineamiento y construir un modelo propio que combine independencia, innovación y justicia ambiental. Porque mientras Trump y Xi negocian el precio del futuro, la región aún no decide si quiere ser jugador o terreno de juego.
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