Cambio climático genera huracanes más devastadores
Los huracanes son las tormentas más grandes y violentas que puede haber sobre la tierra y usan como combustible el aire cálido y húmedo que está sobre el agua templada cerca del Ecuador.
Para que se forme un huracán el aire cálido y húmedo cerca de la superficie de los océanos se va moviendo hacia arriba alejándose del agua y dejando menos aire en la parte baja, cerca al océano.
La presión, y el aire cálido y húmedo que cambia de temperatura empiezan a girar formando un gran sistema compuesto de nubes que es potenciado de calor del océano y del agua, formando lo que conocemos como huracanes, que se están volviendo más peligrosos con el cambio climático.
Las mareas de tormenta se están volviendo más destructivas — El aumento del nivel del mar, producto de la expansión de los océanos, la pérdida de capas de hielo y el derretimiento de los glaciares, hace que una tormenta sea más amenazante. En el caso de la Florida, los niveles de agua a lo largo de la costa son casi un pie (30 centímetros) más altos que hace un siglo, lo que hace que la tormenta aumente mucho más automáticamente.
Las tormentas también se vuelven más húmedas — A medida que el agua y el aire se calientan, aumenta la evaporación y el aire es capaz de retener más agua. Con un aumento de temperatura de solo un grado centígrado, la cantidad de vapor de agua aumenta en un 7%. Y como la crisis climática ya ha visto al mundo volverse un grado más caliente que hace 100 años, eso significa que hay más del 7% más de agua disponible en la atmósfera.
Cuando llegan las tormentas, emiten esa humedad atmosférica como lluvia, lo que resulta en un aumento de la tasa de lluvia en los huracanes y todas las demás tormentas. Vimos esto durante el huracán Florence (2018) y Harvey (2019), dos de los huracanes más húmedos jamás registrados.
Las tormentas se vuelven cada vez más intensas — Los océanos no solo se calientan más en la superficie sino a profundidades más bajas debido al cambio climático causado por los humanos.
Cuando hay mucho contenido de calor en el océano, permite que las tormentas se intensifiquen rápidamente a través de un proceso llamado intensificación rápida, que se define cuando las velocidades máximas del viento aumentan más de 56 kmh en un período de 24 horas. En el caso de Dorian, que es el más reciente huracán que amenaza el Caribe y las costas de Estados Unidos, a las 11 pm ET del miércoles, la tormenta había sostenido vientos de 85 mph (136 kph): la noche anterior se registraron a 80 mph (unos 128 kilómetros por hora).
Con información de CNN