Aves siguen muriendo un mes después de un derrame de petróleo en una isla protegida de Perú
La Isla Pescadores en Perú, que forma parte de una reserva natural protegida, luce casi como siempre se ha visto: salpicada por botes de artesanos y miles de aves marinas hambrientas. La diferencia es que los botes ya no están ahí para pescar, sino para limpiar un derrame de petróleo.
Casi un mes después de que la española Repsol SA derramó más de 10.000 barriles de petróleo al océano Pacífico mientras un buque descargaba crudo a una refinería cerca de Lima, las aves marinas siguen muriendo debido al crudo y algunas aparecen flotando sin vida en el agua donde antes buceaban.
El gobierno ha prohibido la pesca cerca al derrame, que el presidente Pedro Castillo ha calificado como el peor desastre ecológico en la historia reciente del país. Repsol ha contratado pescadores para ayudar a limpiar el mar, así como a empresas profesionales.
Reuters viajó el miércoles a Isla Pescadores, a unos siete kilómetros de la costa de Lima, con un equipo del Sernanp, la agencia peruana encargada de las áreas naturales protegidas.
El viaje de cinco horas resaltó el impacto que el derrame del 15 enero continúa teniendo en el Pacífico peruano, incluso en reservas naturales protegidas por el estado. Agentes del gobierno recogieron 16 aves muertas cubiertas de petróleo y rescataron tres que estaban a duras penas vivas. En total, contaron 15 manchas de petróleo sobre el mar.
“Para algunos esto como que ya pasó, pero todavía vemos los efectos”, dijo Giancarlo Inga Díaz, un veterinario de Sernanp, quien recorre la isla todos los días recogiendo aves.
Una de las aves que rescataron – un guanay blanco y negro – se veía solamente negro. El petróleo había manchado todo su pecho y barriga, normalmente blancos. Antes del derrame, Isla Pescadores era el hábitat de unas 160.000 guanays, según Sernanp, además de una población grande de pingüinos de Humboldt y piqueros.
Pero ahora las aves están bajo amenaza por los remanentes del petróleo, los cuáles son más visibles en sus pechos y picos. “El problema es que cuando acicalan sus plumas, ellas terminan tragándose el petróleo”, dijo Carlos Saldaña, otro agente del Sernanp.
Las manchas de petróleo, dijeron los agentes, ya no son manchas gruesas negras como en los primeros días después del derrame, sino que se ven diluídas y marrones, lo que las hace más difícil de detectar.