Trece años de severa sequía afectan a las abejas chilenas
Las abejas son mucho más que miel y picaduras. Al volar entre las flores, de cuyo néctar se alimentan, transportan el polen que las fecunda y les permite producir semillas y frutos.
Este perfecto engranaje natural está en peligro en Chile, pues desde hace 13 años los apicultores del país sudamericano enfrentan una severa sequía que deriva en escasez de flores para dar alimento a sus abejas y esto, a su vez, amenaza las funciones que estos insectos cumplen en el ecosistema.
Cuando un apicultor chileno se queda sin flores para proveer néctar tiene dos opciones: buscar un hábitat más amigable o darle a sus abejas agua con azúcar u otras mezclas que considera nutritivas para que éstas sobrevivan. Sin embargo, según expertos, realizar estos ajustes a su alimentación puede perjudicar su organismo y sus funciones.
“Si se mueren las abejas, nos morimos todos… La abeja es vida”, dijo a The Associated Press el apicultor Carlos Peralta, quien dice haber perdido 300 colmenas entre noviembre y enero debido a la sequía y los pesticidas.
Dispuesto a conservar las 900 colmenas que le quedan, Carlos decidió viajar a Puerto Montt, 1.000 kilómetros al sur, con los gastos asociados de transporte y arriendo de un lugar para ubicarlas.
En Chile no hay cifras que muestren cuánto han disminuido las plantas con flores que permitirían alimentar a las abejas, pero sí hay un dato que muestra cómo otros apicultores han buscado la misma solución que Carlos: de 2019 a 2020 las “colmenas transhumantes”, es decir, las que son llevadas por los apicultores al sur, crecieron 37,8% (de 587.000 a 763.000).
La disminución de colmenas es un fenómeno global y su merma puede derivar no sólo en una escasez de alimentos, sino en un declive de las plantas medicinales y animales herbívoros, lo que a su vez afecta todos los ecosistemas del mundo.
Andrés González, oficial regional de Sanidad y Biodiversidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dijo a la AP que un estudio del organismo en Argentina, Brasil, Chile y Paraguay concluyó que el 75% de los cultivos agrícolas dependen de la polinización y que, en el caso de la fruticultura chilena, el porcentaje bordea entre el 65% y el 70%.
Por lo mismo, la sequía no sólo impacta a las abejas. Su disminución puede afectar a los agricultores, especialmente a los productores de frutas frescas, que la última temporada exportaron 2,5 millones de toneladas por 5.000 millones de dólares. De acuerdo con la Federación de Exportadores de Frutas de Chile, el sector frutícola da empleo a unas 700.000 personas y, si la sequía y los efectos del cambio climático continúan, “habrá zonas que no serán más productoras de fruta por un tema de disponibilidad de agua o bien irán disminuyendo”.
Según el experto de la FAO, la disminución de los insectos polinizadores “tiene que ver con las prácticas de la agroindustria, es decir, el uso de pesticidas y de fertilizantes, el monocultivo, las sequías inducidas en gran medida por el cambio climático y por el mal manejo de los recursos hídricos”, entre otros factores.Las abejas deben estar fuertes para la primavera, cuando los apicultores las arriendan a los fruticultores para que polinicen sus campos. Según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA) en Chile hay 1,2 millones de colmenas y 8.700 apicultores, de los cuales el 63% presta servicios de polinización.