Energía
Cox anuncia inversiones en México hacia 2028
La compañía española Cox anuncia inversiones en México hacia 2028, sorprendiendo al mercado energético internacional al revelar un ambicioso plan de 5,500 millones de euros (6,400 millones de dólares) hasta 2028, centrado en proyectos de agua y energías renovables. Casi la mitad de ese capital —unos 2,600 millones de euros— se destinará directamente a México.
México, el eje del nuevo plan de expansión
El plan presentado por el presidente Enrique Riquelme durante el evento “Capital Markets Day” en Londres confirma que el país se consolida como el “referente del grupo”. Riquelme explicó que, tras adquirir el negocio de Iberdrola en el país, México se ha convertido en el principal polo operativo de Cox en América Latina.
La compra de los activos de Iberdrola fue valorada en 4,200 millones de dólares e incluyó deuda. Descrita por el CEO Nacho Moreno como una “operación transformadora”, esta adquisición marcó un punto de inflexión en la estrategia global de la empresa, que busca fortalecerse en sectores de alta rentabilidad y sostenibilidad a largo plazo.
Financiación y estructura del crecimiento
Según Moreno, el 80% de la adquisición se financiará con deuda y el restante 20% con capital. Cox aportará cerca del 60% de ese capital, mientras que el resto provendrá de inversionistas internacionales que recibirán títulos preferentes.
“Ya tenemos dos socios comprometidos y estamos en conversaciones adicionales con otros tres”, indicó Moreno durante la presentación, apuntando a un cierre financiero diversificado y sostenido.
El plan de crecimiento está respaldado, además, por la venta de ciertos activos no estratégicos, con el objetivo de concentrar los recursos en los seis mercados prioritarios: México, África y Oriente Medio, Panamá y Ecuador, Chile, Brasil y España.
Prioridad en agua y energías limpias
De los 5,500 millones de euros previstos, 2,600 millones irán a proyectos en México, 950 millones a África y Oriente Medio, 850 millones al arco central (Panamá y Ecuador), 650 millones a Chile, 250 millones a Brasil y 200 millones a España.
En los próximos tres años, la compañía prevé duplicar sus ingresos y el Ebitda —el beneficio bruto de explotación— hasta alcanzar los 6,500 millones y 1,600 millones de euros, respectivamente. En el país, Cox mantendrá su apuesta por la gestión sostenible del agua y la generación de energía solar, eólica y de gas.
Riquelme señaló que uno de los grandes objetivos del grupo será conseguir que cada mercado sea financieramente autónomo, reduciendo la dispersión de operaciones y priorizando la rentabilidad sobre la expansión.
México como plataforma energética regional
La relevancia de México dentro de esta estrategia radica en su potencial para convertirse en un corredor energético entre América del Norte y Centroamérica. El paquete de proyectos prevé la gestión de 2,650 metros cúbicos de agua diarios y una capacidad instalada de 4,763 megavatios solares, además de baterías que almacenarán más de 10,000 MWh.
Cox y su recién adquirido negocio mexicano incrementarán su presencia en el transporte de energía, con inversiones de hasta 500 millones de euros en infraestructura y modernización de redes.
“México es y seguirá siendo el referente del grupo”, enfatizó Riquelme, quien no ocultó su intención de convertir al país en la base del crecimiento de Cox hacia la región.
Ajustes regionales y visión empresarial
Respecto a Europa, Riquelme reconoció que el mercado español está saturado, con márgenes cada vez más limitados. “España es probablemente un mercado maduro, con alta regulación y rentabilidad restringida”, admitió.
Por ello, los esfuerzos se centrarán en mercados con mayor flexibilidad y retorno, como América Latina, donde la demanda energética y de recursos hídricos crece a ritmo acelerado. En África y Oriente Medio, la empresa incorporará un socio financiero minoritario en 2026 para ampliar su alcance.
El directivo insistió en que el nuevo enfoque combinará la expansión de infraestructuras —bajo el modelo Asset Co— con una gestión eficiente de servicios (Service Co) y una disciplina financiera rigurosa que mantenga la calificación de inversión.
Nuevos horizontes y desafíos
Cox proyecta una cartera global superior a 10,000 millones de euros, con ingresos futuros entre 6,000 y 6,500 millones en 2028, multiplicando por seis los niveles de 2025. La deuda también crecerá de 2,850 millones actuales a entre 4,500 y 4,800 millones.
Atenta a las oportunidades, la compañía mantiene abiertas sus opciones en Estados Unidos, donde visualiza potencial para invertir en distribución de agua, aunque sin compromisos inmediatos.
Con esta estrategia, Cox afianza su papel en el sector energético mundial, apostando por proyectos sostenibles y mercados con dinamismo. Para la compañía, el futuro de la energía pasa —sin duda— por México.
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Energía
¿Cómo impacta la nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía en el transporte de hidrocarburos en México?

La nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía modifica de forma directa los estándares operativos del transporte de hidrocarburos en México. La regulación obliga a modernizar la telemática utilizada por flotas y operadores logísticos, con exigencias de seguridad, integridad de datos y monitoreo continuo, lo que empuja al sector a adoptar tecnologías más avanzadas.
La actualización establece parámetros estrictos de trazabilidad, respaldo de información y plataformas abiertas. El objetivo es garantizar que cada unidad registre datos verificables, incluso cuando atraviesa zonas sin conectividad. Para empresas energéticas, transportistas y proveedores de servicios tecnológicos, esto representa un cambio estructural en los sistemas utilizados para cumplir con el marco regulatorio vigente.
¿Qué exige la nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía en materia de seguridad y trazabilidad?
La regulación se basa en una premisa central: la información generada por los vehículos que transportan hidrocarburos debe ser íntegra, auditable y accesible en todo momento. Por ello, requiere equipos capaces de almacenar al menos 72 horas de datos en caso de pérdida de señal. En la práctica, esta medida evita la pérdida de registros en rutas remotas o en tramos con baja cobertura.
El acuerdo también demanda mecanismos de cifrado y firmas digitales que impidan alteraciones. Estos elementos convierten la integridad de los datos en un componente obligatorio, diseñado para prevenir manipulaciones y reducir riesgos operativos. Bajo este esquema, el monitoreo deja de ser una función básica de GPS para convertirse en un sistema de protección del flujo logístico.
¿Cómo deben adaptarse las flotas ante estas nuevas obligaciones técnicas?
Para cumplir con la nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía, las empresas ya no pueden limitarse a adquirir dispositivos de localización. El cumplimiento requiere hardware certificado, instalación adecuada, soporte técnico permanente y capacitación continua para los operadores.
La CNE también establece que los sistemas de telemática deben generar alertas personalizadas. Estas alertas deben detectar desviaciones de ruta, fallas de geolocalización y eventos de riesgo que deban documentarse para presentar evidencias ante incidentes o inspecciones regulatorias. Además, se exige que la información pueda integrarse con plataformas abiertas mediante APIs, lo que facilita la interoperabilidad entre sistemas oficiales y privados.

¿Cómo deben adaptarse las flotas ante estas nuevas obligaciones técnicas?
¿Qué implicaciones económicas y operativas tendrá la regulación para las empresas energéticas y logísticas?
Las compañías que intervienen en la cadena de hidrocarburos tendrán que asumir inversiones iniciales en equipos certificados, plataformas de gestión y procesos de instalación. Este aumento en el CAPEX se compensa con beneficios operativos: reducción de incidentes, menor robo de combustible, mantenimiento preventivo y una operación más eficiente y documentada.
La falta de cumplimiento ya no se traduce únicamente en multas. La ausencia de datos íntegros o trazabilidad confiable puede derivar en paros de operación, pérdida de contratos o sanciones. Por ello, las empresas deberán documentar en tiempo real cada proceso, cada evento y cada desviación registrada en la unidad.
¿Cómo transforma esta normativa la competitividad del sector?
La transición hacia telemática avanzada coloca a las empresas que adopten estas herramientas en una posición competitiva superior. Podrán ofrecer monitoreo de seguridad, evidencia de rutas, métricas de eficiencia y reportes integrados para clientes energéticos y logísticos.
La regulación también impacta en terminales, patios industriales, corredores energéticos y parques logísticos que albergan estas flotas. Aquellos con infraestructura que soporte telemática avanzada se vuelven más atractivos para transportistas y operadores energéticos que requieren cumplimiento riguroso.
En este escenario, proveedores tecnológicos especializados se posicionan como actores clave al ofrecer soluciones que combinan cumplimiento, eficiencia y seguridad. El reto regulatorio se convierte así en una oportunidad para modernizar la industria del transporte de hidrocarburos.
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Alianza Cox-Finsolar: nada seguro aún en México

La frase Alianza Cox-Finsolar: nada seguro aún describe con precisión el vaivén de versiones que siguió al anuncio de que ambas empresas destinarían 250 millones de dólares para desarrollar hasta 450 MW en proyectos solares y de almacenamiento en el país. Sobre el papel, se trataba de una jugada ambiciosa: una climate tech mexicana que escala su modelo hacia soluciones “360” y un gigante energético que busca consolidar su huella en el mercado industrial mexicano. Sin embargo, lo que nació como anuncio de gran alianza terminó rápidamente en terreno pantanoso, entre aclaraciones y deslindes públicos.
Lo que detonó la polémica fue la diferencia entre lo que Finsolar comunicó como una alianza ya encaminada y lo que Cox puso sobre la mesa después: que no había contratos firmados, ni un acuerdo en firme que soportara la narrativa de joint venture que algunos titulares sugirieron. La distancia entre ambas versiones no es un simple matiz semántico; abre una brecha de credibilidad en un sector donde cada megawatt anunciado pesa en la reputación frente a clientes, bancos y reguladores.
Qué hay detrás del anuncio de 250 mdd
El corazón del anuncio giraba en torno a un paquete de proyectos que, según la información difundida, se ubicarían en regiones donde la red eléctrica opera bajo fuerte estrés: sur-sureste, Bajío, occidente y corredores industriales del norte. La promesa era llevar soluciones integrales que combinaran generación fotovoltaica, sistemas BESS de almacenamiento, cogeneración y microredes bajo contratos de largo plazo, con un traje a la medida para empresas que necesitan energía más limpia y predecible.
En esa narrativa, la alianza apuntaba a empresas medianas y grandes que hoy enfrentan apagones, costos crecientes y una regulación cambiante. Para ellas, un socio que no solo instala paneles, sino que diseña, financia y opera la infraestructura, suena a salvavidas estratégico. Pero si la base contractual de ese “rescate” no está clara, el riesgo se traslada directamente al terreno de la confianza, un activo igual de caro que el propio capital.
El modelo Finsolar y la promesa del Solar-as-a-Service
En este tablero, Finsolar aparece como el jugador que mejor ha sabido leer la necesidad de las empresas que quieren energía solar sin inmovilizar presupuesto en CAPEX. Su propuesta gira en torno a proyectos de más de 500 kWp en techos de terceros, donde el usuario paga por la energía generada, reduce su factura eléctrica y sus emisiones, sin convertirse en dueño de los activos. Es un modelo que casi obliga a las empresas a mirar el Excel dos veces antes de decir que no.
Ese enfoque se inserta en la tendencia global del Solar-as-a-Service, donde el cliente corporativo firma contratos de suministro a largo plazo y delega en un tercero la responsabilidad tecnológica, financiera y operativa. En un México donde la gran escala de renovables enfrenta frenos regulatorios y la red muestra sus límites con cada ola de calor, la generación distribuida bien diseñada se convierte en una válvula de escape que aligera la carga del sistema y da margen de maniobra a la industria.
Cox Energy, el peso de Iberdrola y la cautela
Del otro lado del anuncio está Cox Energy, que no llega precisamente como jugador menor: su plan de inversión a 2030, sus activos en renovables y su avance en mercados como el mexicano la colocan como pieza relevante en el reordenamiento energético regional. La adquisición de activos de Iberdrola en México la terminó de posicionar como un actor con apetito por crecer y por ocupar el espacio que las grandes eléctricas tradicionales han ido dejando.
Por eso, la idea de una alianza con Finsolar parecía lógica: un socio con músculo financiero y experiencia en proyectos de gran escala junto a una climate tech con agilidad en generación distribuida. Lo que rompió el encanto fue la respuesta pública de Cox, al marcar que no hay documento vinculante que respalde la narrativa de una inversión cerrada de 250 millones de dólares. Ese frenón obligó a releer el anuncio inicial no como un punto de llegada, sino como una intención adelantada.
Comunicación, gobernanza y una alianza en suspenso
En el fondo, la Alianza Cox-Finsolar: nada seguro aún se ha convertido en un caso test de gobernanza corporativa y manejo de expectativas en el sector energético mexicano. En un entorno altamente regulado, con proyectos intensivos en capital y vigilancia creciente sobre el greenwashing, anunciar más de la cuenta no es solo un desliz de forma: puede encarecer financiamientos, enfriar a potenciales clientes y encender alertas en el ecosistema.
La lección que deja este episodio es incómoda, pero necesaria: la transición energética no se construye solo con buenas intenciones y cifras redondas en dólares; requiere contratos claros, mensajes consistentes y un respeto absoluto por la delgada línea entre “estamos en pláticas” y “tenemos una alianza firmada y financiada”. Mientras esa línea siga borrosa, los proyectos seguirán pareciendo más notas de presentación que compromisos reales sobre el terreno.
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Energía
Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta

En su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum dejó claro que el rumbo de la política energética no se mueve un milímetro, pese a las advertencias de empresas y legisladores de Estados Unidos y Canadá. Desde el estrado, la mandataria insistió en que las decisiones en materia eléctrica y de hidrocarburos son facultad soberana del Estado mexicano y que, en su lectura, no existen violaciones al tratado comercial vigente con Norteamérica. El mensaje buscó enviar una señal de firmeza hacia afuera y de continuidad hacia adentro: la reforma eléctrica y el nuevo modelo de mercado permanecen, aun cuando crece la presión diplomática y empresarial. Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, por lo tanto.
Presión empresarial y la narrativa del “mercado cerrado”
Del otro lado de la frontera, más de 14 mil firmas manufactureras agrupadas en la National Association of Manufacturers (NAM) acusan que las reglas mexicanas han “cerrado” el mercado a productores y distribuidores de energía de Estados Unidos, encarecen proyectos industriales y complican nuevas inversiones. En sus comunicaciones a Washington, estas empresas sostienen que las reformas de 2024 profundizaron los problemas ya señalados en las consultas energéticas de 2022 bajo el acuerdo comercial norteamericano, al fortalecer el papel de la CFE en el despacho y elevar la incertidumbre regulatoria para el capital privado. Para los fabricantes, el acceso a energía confiable y asequible se ha convertido en un obstáculo estratégico, al tiempo que ven con recelo que el rediseño del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) esté guiado por una lógica de planeación estatal que, en su opinión, limita su margen de maniobra.
Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, ideología y soberanía en disputa
La reforma constitucional y el paquete de leyes secundarias aprobados entre 2024 y 2025 reconfiguraron el sector eléctrico al devolver a la Comisión Federal de Electricidad un rol predominante en generación y despacho, al tiempo que estrecharon la ventana de entrada para nuevos proyectos privados. Gobiernos y asociaciones de Estados Unidos y Canadá sostienen que este giro favorece estructuralmente a las empresas del Estado mexicano y choca con los compromisos de trato no discriminatorio asumidos en el acuerdo regional, lo que ha detonado consultas y amenazas de escalar a paneles de controversia. Desde Palacio, sin embargo, la respuesta es tajante: las críticas tienen un trasfondo ideológico y político, más que jurídico, y buscan cuestionar un modelo que prioriza la seguridad energética nacional sobre la desregulación plena del mercado.
En ese mismo tono, el mensaje central se repite como un estribillo calculado: Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, y por tanto no hay marcha atrás ni ventana para renegociar lo ya aprobado en el Congreso mexicano. La narrativa oficial se apoya en la idea de que el tratado reconoce la soberanía de cada país para organizar estratégicamente sectores considerados clave, y que la interpretación extensiva de las reglas comerciales por parte de grupos empresariales sólo busca revertir la apuesta de México por un esquema con mayor peso estatal. Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, insiste el gobierno, mientras advierte que ceder en este punto enviaría una señal de debilidad de cara a la revisión formal del acuerdo prevista para 2026.
El nuevo mapa de permisos y la lógica de la red
Bajo el nuevo modelo, ya no es el desarrollador quien decide dónde construir una planta y luego exige capacidad de transmisión, sino que la Secretaría de Energía define las zonas donde hacen falta proyectos y convoca a la inversión privada bajo criterios técnicos. La instrucción es clara: evitar que centrales aisladas saturen nodos frágiles de la red y, al mismo tiempo, orientar la capacidad nueva hacia polos industriales y corredores prioritarios, con la CFE manteniendo el timón del despacho. Para los críticos, esta recentralización de decisiones erosiona la autonomía regulatoria y desalienta proyectos que dependen de certidumbre a largo plazo, mientras que para el gobierno se trata de poner orden allí donde predominaba una expansión descoordinada.
La autoridad energética también ha endurecido los requisitos técnicos para que las renovables se integren sin desestabilizar el sistema, exigiendo almacenamiento con baterías y esquemas de conexión que mitiguen las variaciones en generación solar y eólica. La apuesta oficial combina un discurso de transición energética con una defensa cerrada del control estatal de la red, en un equilibrio delicado que aún no termina de convencer a inversionistas que miran el reloj de la descarbonización global.
Regularización de contratos y señales cruzadas a la inversión
En paralelo, el gobierno avanza en la regularización de viejos contratos de autoabasto, varios de ellos vinculados a grandes consorcios extranjeros que operaban al límite de la legalidad según la lectura de las autoridades mexicanas. La venta del portafolio de plantas de Iberdrola a un nuevo operador se convirtió en caso emblemático: el mensaje fue que, quien quiera seguir en el negocio, debe alinearse al nuevo marco y renegociar bajo las reglas que colocan a la CFE como actor ineludible.
Mientras tanto, cámaras empresariales y analistas advierten que la combinación de mayor control estatal, reglas cambiantes y tensiones comerciales con socios de Norteamérica puede encarecer el financiamiento y retrasar proyectos clave para aliviar cuellos de botella de transmisión y generación. El gobierno responde que, con planeación centralizada y contratos bien diseñados, México podrá atraer inversiones que acepten jugar bajo estas condiciones, aun cuando parte del capital más impaciente mire hacia otros destinos. En ese pulso se juega no sólo el futuro del sector eléctrico, sino la capacidad del país para aprovechar la relocalización industrial sin ceder el control estratégico de su energía.
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