Energía
México comprará gas de Texas para estados del sureste
El Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo ayer que México importará gas de Texas para proveer a las plantas de generación de electricidad.
Durante una gira de trabajo en Yucatán, el mandatario señaló que “ahora que se está reactivando la actividad petrolera vamos a tener más producción de petróleo crudo y gas, pero no vamos a poder ser autosuficientes porque se abandonó el sector energético”.
También señaló que el abasto de gas en la Península de Yucatán está garantizado, esto porque el Gobierno importará gas de Texas.
“Ya se tiene contratado el gas, en Texas, es lamentable que no lo estemos extrayendo en México. El gasoducto cactus-reforma, al norte, se construyó a principios de los 80 del siglo pasado, pensando que se podía exportar gas del sureste, y ahora ese tubo se va a utilizar para importar gas de Texas”, dijo.
Añadió que los estados de Yucatán y Quintana Roo contarán con el gas suficiente para proveer a las plantes de generación de electricidad, así como para las empresas que se instalen en la región.
Agregó que su Gobierno concluirá con la construcción de dos termoeléctricas en la península, con lo que se evitará el riesgo de apagones.
El tabasqueño también se comprometió a que durante su sexenio “no va a haber aumento” en la tarifa eléctrica.
Gasoductos
El pasado 17 de septiembre, el consorcio Infraestructura Marina del Golfo (“IMG”) conformado por IEnova y TC Energy anunciaron la entrada en operaciones del gasoducto marino sur Texas-Tuxpan.
En un comunicado dado a conocer a través de la Bolsa Mexicana de Valores, IMG apuntó este martes que requirió una inversión de aproximadamente dos mil 600 millones de dólares, siendo “uno de los proyectos de infraestructura más importantes del país en los últimos años”.
“El gasoducto tiene la capacidad de transportar dos mil 600 millones de pies cúbicos diarios de gas natural, incrementando la capacidad de importación de este hidrocarburo a México en aproximadamente 40 por ciento y asegurando el abastecimiento en zonas que hoy presentan déficit de suministro”, afirmó el grupo empresarial.
Acuerdo con empresas de gas
El 27 de agosto el Presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que ya quedó arreglada la controversia por los gasoductos y sus concesiones a las empresas IEnova, TransCanada y Carso Energía.
“Hicimos un llamado a los empresarios para buscar un acuerdo. Tenemos que agradecer el día de hoy la voluntad de los empresarios para llegar a un acuerdo mediante el diálogo, poniendo por delante el interés nacional y considerando también el interés de las empresas, el interés legítimo de las empresas. Se logró por fin un acuerdo”, dijo durante su conferencia de prensa matutina.
Desde Palacio Nacional, el Jefe del Ejecutivo federal destacó la voluntad y disposición al diálogo que mostró cada uno de los empresarios, debido a que legalmente ya se habían firmado los contratos, los cuales eran considerados “dañinos” para la Hacienda Pública.
“Por eso se acudió a los dueños de las empresas, para que haciendo a un lado los compromisos legales, se llegara a un acuerdo en beneficio de todos”, apuntó el mandatario.
El 11 de septiembre el mandatario mexicano anunció que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) llegó a un acuerdo con la empresa Fermaca para la renegociación de dos gasoductos que abastecen de energía al país.
“De cinco, había quedado pendiente una empresa con dos gasoductos y afortunadamente ya se llegó a un acuerdo”, destacó el mandatario durante su conferencia matutina.
(Con información de Sin Embargo)
Energía
México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles

El que México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles señala un nuevo rumbo en la agenda energética-agroindustrial de ambas países. La declaración fue adelantada por la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar en su cuenta de X, quien señaló que ambas naciones buscarán alinearse para impulsar la producción y el uso de combustibles renovables derivados de biomasa.
Una alianza estratégica para el futuro energético
En una reunión privada celebrada esta semana, México y EE. UU. trazaron un plan conjunto que permitirá avanzar de forma coordinada en el desarrollo de biocombustibles como parte de su estrategia de seguridad energética. Según fuentes oficiales, el acuerdo fortalece la relación bilateral en un momento en que la matriz energética global se redefine. El documento de intenciones incluye transferencia tecnológica, diseño de estándares de mezcla y el impulso a mercados de bioetanol y biodiesel.
México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles
Se debe subrayar la magnitud de esta decisión y su impacto estructural. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles, articulando de este modo un conjunto de políticas industriales, agrícolas y de energía que hasta hoy habían avanzado por vías apartadas. En la práctica, este entendimiento es el resultado de trazar un puente entre la producción agrícola mexicana y la cadena de valor de combustibles alternativos que el vecino país del norte demandará en los próximos años.
Visión oficial y contexto regulatorio
Con la guía de la Secretaría de Energía (SENER), el gobierno mexicano ha iniciado una nueva fase regulatoria que incluye la ley de biocombustibles y reformas en materia de hidrocarburos. Estas reformas crean el marco jurídico para que proyectos agrícolas y energéticos converjan en una industria emergente. En este contexto, EE. UU. aportará experiencia, estándares y mercados listos para absorber productos derivados de biomasa mexicana.
Los protagonistas detrás del acuerdo
La reunión contó con la participación de altos funcionarios de ambos países. Entre ellos, la representante estadounidense Brooke Rollins y el subsecretario Luke J. Lindberg, quienes trabajaron junto con las contrapartes mexicanas para delinear los primeros pasos del acuerdo. Una de las fuentes consultadas describió el encuentro como “constructivo y cargado de posibilidades para la cadena agro-energética Norteamericana”.
Oportunidades y desafíos inmediatos
Este tipo de colaboración abre varias oportunidades: diversificación de fuentes energéticas, valor agregado para productos agrícolas mexicanos y mayor integración comercial con Norteamérica. Sin embargo, no está exenta de retos: las infraestructuras para el procesamiento de biomasa en México aún requieren inversión; los estándares técnicos deben ajustarse; y la coordinación logística entre ambos países será clave para evitar cuellos de botella.
Hacia una nueva era energética
Mientras otros temas globales dominan la agenda internacional, este entendimiento refuerza la idea de que la energía del futuro ya no se limita a petróleo o gas: la biomasa, el etanol y otros combustibles alternativos ganan terreno. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles al colocar un nuevo activo estratégico en su colaboración energética mutua. Si se ejecuta con visión y disciplina, podría marcar un antes y un después en la integración norteamericana y en el papel de México como actor relevante en esta nueva cadena de valor.
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Energía
México y su papel en la Guerra Energética que viene

México y su papel en la Guerra Energética que viene cobra cada día mayor relevancia en un mundo que disputa no solo el poder, sino el control del futuro. Entre el petróleo y el litio, la región podría definir buena parte del rumbo energético de las próximas décadas.
La nueva frontera de poder global
La reunión entre Donald Trump y Xi Jinping que tuvo lugar en Busan no fue un simple gesto diplomático. Representa el más reciente capítulo de una larga confrontación: la lucha por quién dictará las reglas del nuevo orden energético global. Detrás de los aranceles y las declaraciones, hay una pugna más profunda: la de los recursos, las tecnologías y la capacidad para sostener la transición energética.
Estados Unidos y China, potencias antagónicas en casi todo, han decidido apostar por caminos distintos, pero igual de estratégicos. Mientras Washington reactiva su músculo fósil, Beijing lidera la revolución de las energías limpias. La competencia no es solo comercial, es civilizatoria.
Fósiles vs. renovables: un juego de espejos
Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha vuelto a colocar al petróleo y al gas en el centro de la política económica estadounidense. Con reservas abundantes, infraestructura poderosa y décadas de dominio tecnológico, su apuesta se presenta como una defensa de la soberanía industrial.
China, en cambio, juega en otro tablero. Con menos hidrocarburos, pero con una posición dominante en minerales críticos y manufactura avanzada, ha decidido convertir su déficit energético en una ventaja industrial. No es romanticismo verde, es el control de las cadenas de valor: baterías, paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.
Según datos recientes, las exportaciones energéticas de EE. UU. alcanzaron los 80 mil millones de dólares entre enero y julio de 2025. China, por su parte, superó los 120 mil millones con su venta global de tecnologías limpias y almacenamiento energético. La balanza, por ahora, se inclina hacia Oriente.
Latinoamérica: la pieza que falta en el tablero
En medio de esta guerra silenciosa, México y su papel en la Guerra Energética que viene adquiere una importancia aún inédita. Latinoamérica por fuerza tendrá que ver, el Cono Sur concentra el 60 % del litio mundial, Chile y Perú son potencias cupríferas; mientras tanto, México posee los dos aspectos energético: productor de crudo y potencial exportador de hidrógeno y otras fuentes verdes.
Pero pese a este poderío, la región, México en específico, sigue al margen, oscilando entre políticas extractivistas del siglo XX y ambiciones verdes que aún no logran articularse con una visión geopolítica.
El dilema es claro: ¿convertirse en proveedores de materias primas o en socios estratégicos en las cadenas de valor global?
México entre dos fuegos
México podría convertirse en el puente entre las dos grandes potencias. Exportadores de petróleo a Estados Unidos y, al mismo tiempo, podría integrarse a las cadenas industriales impulsadas por China en electromovilidad y energías limpias. Sin embargo, la política energética actual enfrenta tensiones entre la seguridad nacional, la inversión privada y los compromisos climáticos.
El tablero se mueve, el reloj también
La “Guerra Energética” no será corta ni limpia. No se libra con tanques ni misiles, sino con minerales, patentes y tratados comerciales. Cada país busca asegurar su autonomía tecnológica, proteger sus intereses estratégicos y ganar tiempo frente al inevitable reordenamiento global.
Para América Latina, el desafío es doble: resistir las presiones de alineamiento y construir un modelo propio que combine independencia, innovación y justicia ambiental. Porque mientras Trump y Xi negocian el precio del futuro, la región aún no decide si quiere ser jugador o terreno de juego.
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