Petróleo
Pemex, muy por debajo de las metas productivas del 2020
En 2020, la perforación de pozos y el procesamiento de crudo por parte de Petróleos Mexicanos (Pemex) fue 59.1% y 32.9% menor en comparación a las metas que se había establecido para aumentar la producción de hidrocarburos y combustibles, cuyos niveles volvieron a caer y son los más bajos de las últimas décadas.
La empresa ha destinado millonarias inversiones para los trabajos de exploración, así como para la modernización de las refinerías, sin embargo, hasta ahora los resultados no han sido los esperados.
El pasado 18 de marzo, el director de Pemex Octavio Romero Oropeza, aseguró que durante 2020 aumentarían la actividad de perforación y reparación de pozos en los campos en explotación.
Dijo que la actividad jugaría un papel preponderante en la producción y las reservas, por ello, de 162 pozos perforados en el 2018 y 228 en 2019, esperaban alcanzar los 423 durante 2020.
Sin embargo, el resultado demuestra que la empresa del estado no pudo cumplir con su objetivo, pues sólo perforó 40% de los pozos que tenía proyectados.
Es decir, de los 423 pozos que se impuso como meta, sólo logró llevar a cabo 173, es decir, 59.1% menos.
Pese a los trabajos que ha realizado la empresa para detener el declive de la producción, en 2020, esta fue de un millón 660 mil barriles por día, 4.8% menos respecto a la meta de un millón 744 mil barriles previstos en el Presupuesto de Egresos, y que además representa el volumen más bajo en 40 años.
Pese a las inversiones por más de 12 mil 500 millones de pesos, ejecutadas en 2020, para la adecuación de las seis refinerías del país, la empresa del estado no alcanzó la meta de procesamiento de crudo que se había impuesto por más de un millón de barriles, y con lo cual esperaba incrementar de manera importante la producción de combustibles de alto valor agregado.
La Secretaría de Energía (Sener) y Pemex estimaron que al cierre del año alcanzarían un procesamiento promedio de 850 mil barriles diarios, sin embargo, los complejos apenas alcanzaron los 584 mil barriles, 31.2% menos a lo esperado.
Esto también demuestra que pese a la serie de trabajos de modernización que se han realizado, las refinerías operaron apenas al 36.5% de su capacidad.
En detalle, la Sener aseguró que, al cierre de 2020, específicamente en noviembre y diciembre, ya se estarían procesando un millón y un millón 200 mil barriles por día, respectivamente.
Sin embargo, en el décimo primer mes se procesaron apenas 509 mil barriles, mientras que en diciembre el nivel fue de 653 mil barriles, 50.1% y 45.6% menos en cada caso, es decir, no lograron alcanzar la meta esperada con las adecuaciones que están haciendo.
Derivado de esto, la producción de petrolíferos como las gasolinas, diesel, turbosina, gas lp, entre otros combustibles de alto valor agregado volvió a caer, por lo que es uno de los volúmenes más bajos de las últimas décadas.
Con información de Imagen
Petróleo
Pemex: el crudo en mínimos históricos

Pemex: el crudo en mínimos históricos reaviva las dudas sobre la viabilidad de la estrategia energética federal y abre un nuevo frente de debate entre técnicos, Hacienda y Palacio. Mientras las gráficas presumen más combustibles producidos en casa, los números de extracción cuentan otra historia menos fotogénica.
Pemex: el crudo en mínimos históricos y la paradoja de refinar más
Pemex: el crudo en mínimos históricos describe un punto de quiebre para una empresa que intenta refinar más para la población. Entre enero y octubre de 2025, la producción de hidrocarburos líquidos de la empresa y asociados rondó 1.63 millones de barriles diarios, el nivel más bajo en más de tres décadas, con una caída cercana al 9% solo en crudo.
La producción se arranó por el agotamiento de campos maduros, el rezago en inversión y limitaciones operativas, mientras en los discursos se insiste en metas de 1.8 millones de barriles diarios. En los hechos, Pemex: el crudo en mínimos históricos obliga a reacomodar prioridades: menos margen para exportar, más presión para el mercado interno y más tensión sobre las finanzas públicas.
El impulso a la refinación: luces y sombras
A contracorriente de la caída en pozos, el país elevó el procesamiento de petróleo en el Sistema Nacional de Refinación, que superó el millón de barriles diarios en promedio y alcanzó su mejor nivel desde 2015. La Sistema Nacional de Refinación procesó más crudo y aumentó en torno a 40% la producción de gasolinas, diésel y turbosina, reduciendo de forma moderada las importaciones de combustibles.
El problema es que este avance llega con un costo: mayor exigencia a instalaciones envejecidas, altos volúmenes de combustóleo y un margen financiero estrecho por la calidad del crudo y la configuración de las plantas. Detrás de cada comunicado optimista se asoma una operación que trabaja al límite, con paros frecuentes, costos crecientes y una demanda interna que no da tregua.
Refinería Olmeca de Dos Bocas: promesa, presión y realidad
La refinería Olmeca de Dos Bocas se convirtió en el emblema de la promesa de autosuficiencia, pero también en el termómetro más visible de las expectativas acumuladas. Reportes recientes señalan que el complejo ha procesado alrededor de 190 mil barriles diarios en sus mejores meses, que si bien es una cantidad notable, lejos aún de la capacidad total anunciada para 2028, aproximadamente en el 50% de ella.
Pese a ello, la planta ya aporta una proporción relevante de la producción de gasolinas dentro del sistema y se usa como carta fuerte en los informes de la Petróleos Mexicano (Pemex). Sin embargo, la combinación de sobrecostos, retrasos y metas de carga muy ambiciosas alimenta la percepción de que Dos Bocas es, al mismo tiempo, pieza clave y fuente de presión permanente para la empresa.
El papel de la Secretaría de Energía (SENER) en la nueva hoja de ruta
La Secretaría de Energía (SENER) defiende que el nuevo Plan Estratégico 2025-2035 busca estabilizar la producción, reforzar la refinación y ordenar las finanzas sin renunciar a la transición energética. El documento plantea un piso de 1.8 millones de barriles diarios de hidrocarburos líquidos y un procesamiento de 1.3 millones en el Sistema Nacional de Refinación, metas que contrastan con la realidad actual de pozos agotados y refinerías a medio gas.
En el discurso, SENER asegura que Pemex ha reducido pérdidas, saneado parte de sus pasivos con proveedores y ganado margen para invertir en exploración y mantenimiento. Fuera del atril, persiste la duda de si esta hoja de ruta alcanza para revertir décadas de subinversión o solo administra, con mejores narrativas, una declinación que ya se siente en cada barril que deja de salir del subsuelo.
Exportaciones al mínimo y seguridad energética en debate
Mientras se refina más, las exportaciones de crudo de Pemex se han hundido a su nivel más bajo en 25 a 35 años, alrededor de 557 mil barriles diarios, lo que reduce la entrada de divisas pero libera barriles para las refinerías nacionales. Analistas advierten que esta apuesta por privilegiar el mercado interno, en medio de Pemex: el crudo en mínimos históricos, deja al país con menos colchón ante choques de precios internacionales o fallas en plantas.
La estrategia de “exportar menos y refinar más” se sostiene sobre una delgada línea: cualquier tropiezo operativo en refinerías obliga a importar de nuevo grandes volúmenes de combustibles, pero ya con una base de producción doméstica más debilitada. Este equilibrio inestable explica por qué la discusión energética dejó de ser solo un tema técnico y se volvió un debate político sobre riesgos, prioridades y tiempos para ajustar el rumbo.
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Petróleo
Plan de desarrollo del campo Zama: ¿qué propone el nuevo proyecto presentado ante la CNH?

El consorcio responsable del campo Zama entregó a la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) un plan de desarrollo del campo Zama actualizado que busca mejorar la eficiencia de capital sin modificar la meta de producción. El objetivo sigue siendo alcanzar un pico cercano a 180 mil barriles diarios de crudo ligero mediante dos plataformas costa afuera y 46 pozos productores e inyectores.
La actualización integra mejoras técnicas y de ingeniería que buscan reducir costos por unidad producida y acelerar el proceso de comisionamiento, manteniendo la arquitectura esencial diseñada para el proyecto.
¿Qué infraestructura considera el nuevo plan de desarrollo del campo Zama?
Los documentos presentados ante la CNH describen un sistema basado en dos plataformas costa afuera conectadas por un oleogasoducto que enviará la producción hacia nuevas instalaciones en la Terminal Marítima de Dos Bocas. Desde ahí se realizará el procesamiento y manejo del volumen esperado en los próximos años.
El proyecto también prevé el aprovechamiento del gas asociado para generación eléctrica en tierra, con lo que se busca reducir la intensidad de gases de efecto invernadero y mejorar la eficiencia operativa. Además, el consorcio plantea el uso de infraestructura existente para almacenamiento y transporte con el fin de disminuir costos logísticos y de construcción.
¿Cuál ha sido la evolución técnica y administrativa del proyecto Zama?
El campo Zama fue descubierto en 2017 y evaluado en 2019. Desde entonces ha enfrentado ajustes de ingeniería, disputas sobre la operación y cambios en los cronogramas que retrasaron la decisión final de inversión.
En 2024, el operador Talos Energy había señalado que los retrasos respondían a optimizaciones técnicas, recortes de presupuesto anual y reordenamientos de infraestructura que permitirían una ejecución más eficiente. El plan de desarrollo del campo Zama actualizado, presentado para 2025, busca consolidar esas mejoras con un esquema más barato por barril producido, manteniendo la producción objetivo.

¿Cuál ha sido la evolución técnica y administrativa del proyecto Zama?
¿Qué elementos cambian respecto al plan anterior?
El consorcio integrado por Pemex, Talos Energy, Wintershall Dea y Harbour Energy destaca tres áreas principales de ajuste:
Eficiencia de capital.
El nuevo plan reduce el CAPEX por unidad de producción esperada. Aunque los socios no publicaron cifras detalladas, aseguran que las modificaciones representan una mejora frente al programa previo.
Integración con Dos Bocas.
Se centraliza el manejo de la producción y se aprovecha el gas del propio campo para energía, lo que facilita la operación y ayuda a disminuir la huella ambiental del proyecto.
Secuencia y fases de ejecución.
El plan prioriza los paquetes críticos, como plataformas y pozos, y establece laterales onshore que permitirán acelerar el proceso de comisionamiento y reducir cuellos de botella en etapas posteriores.
¿Qué desafíos quedan por resolver antes de la decisión final de inversión?
La decisión final de inversión (FID) continúa pendiente. Antes de aprobarla, deben cerrarse contratos mayores para plataformas, perforación de pozos y construcción de ductos, además de cumplir con licencias y garantías técnicas.
El sector costa afuera enfrenta actualmente un mercado tensionado en fabricación y logística, lo que podría generar cuellos de botella en tiempos de entrega. Para la CNH, el reto consiste en reforzar los mecanismos de supervisión, verificar el cumplimiento de compromisos de contenido nacional y vigilar las metas de reducción de gases de efecto invernadero.
¿Qué aportará el campo Zama a la producción nacional?
Con un pico previsto de 180 mil barriles diarios, Zama representaría alrededor del 10% de la producción actual del país. Su crudo ligero aporta valor estratégico para mezclas y esquemas de exportación.
Además, el proyecto fortalece un modelo de asociación público-privada que puede facilitar inversiones en proyectos marinos complejos donde Pemex no dispone de recursos, tecnología o experiencia suficiente para ejecutarlos de forma aislada.
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Petróleo
Pemex aumenta la producción 40% de refinados y va por más

En menos de un año, México dio un giro de timón en su mapa energético: la refinación de crudo creció 40% y el discurso de autosuficiencia dejó de ser solo promesa para traducirse en números duros y en decisiones de inversión de gran calado. Entre octubre de 2024 y julio de 2025, el Sistema Nacional de Refinación pasó de procesar 731 a 1,023 mil barriles diarios, impulsado por mejoras operativas y por la incorporación plena de la refinería Olmeca, en Dos Bocas, al engranaje productivo del país.
El salto no es menor: la producción de destilados de alto valor –gasolina, diésel y turbosina– se elevó 48%, mientras el combustóleo, ese rezago de la vieja refinería mexicana, redujo su peso en la mezcla de 24% a 18%, síntoma de un uso más eficiente de cada barril. Esta recomposición del portafolio permite a Petróleos Mexicanos (Pemex) colocar más combustibles en el mercado interno y depender menos de un producto pesado, más difícil de comercializar y más cuestionado ambientalmente.
Menos importaciones y un mercado más blindado
El avance en refinación ya se refleja en las aduanas. En el mismo periodo, las importaciones de destilados cayeron 26%, al pasar de 536,000 a 398,000 barriles diarios, con descensos claros en compras de gasolina, diésel y turbosina. Menos barcos descargando combustibles significa menos exposición a choques de precios internacionales, a tensiones geopolíticas y a restricciones logísticas que pueden encarecer de un día para otro el costo de mover personas y mercancías en el país.
Este ajuste se alinea con el objetivo político de abastecer el mercado interno con producción nacional y reconfigura la conversación sobre seguridad energética. La narrativa de “soberanía” deja de ser consigna para convertirse en un juego de equilibrios: más producción local, pero también más responsabilidad fiscal y ambiental para una empresa que sigue arrastrando deuda, pasivos laborales y una ruta compleja de transición energética.
Reservas, pozos y la apuesta de largo plazo
En paralelo a la expansión, Pemex se juega una apuesta de fondo en exploración: añadir más de 2,000 millones de barriles de petróleo a reservas probadas mediante la perforación de 269 pozos exploratorios en seis proyectos estratégicos en Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Chiapas y Campeche. El mensaje es claro: no se trata solo de exprimir campos maduros, sino de sostener, al menos por una década, la plataforma de consumo interno.
El plan 2024‑2030 fija como techo producir alrededor de 1.8 millones de barriles diarios de hidrocarburos líquidos durante el próximo sexenio. Para llegar ahí se prevén más de 2,000 perforaciones y 1,300 reparaciones mayores, con una inversión superior a 220,000 millones de pesos únicamente en exploración y desarrollo. Detrás de las cifras se perfila un nuevo contrato político: el gobierno exige disciplina productiva y compromisos de sustentabilidad; la empresa reclama márgenes de maniobra y certidumbre presupuestal para ejecutar proyectos que maduran en horizontes de años, no de ciclos electorales.
Gas natural, la nueva palanca de la política energética
Si el petróleo mantiene la narrativa histórica, el gas natural se consolida como el eje de la política energética 2025‑2030. Pemex proyecta elevar la producción a 5,000 millones de pies cúbicos diarios mediante más de 1,000 perforaciones y 970 reparaciones mayores en 12 proyectos que aportarían 61% de la producción total. El objetivo es doble: reducir la fuerte dependencia de importaciones desde Estados Unidos y, al mismo tiempo, usar el gas como combustible de transición para la generación eléctrica y para la industria.
Las estimaciones oficiales hablan de ingresos del orden de 5,000 millones de pesos por crudo y 1.9 billones de pesos por gas, asociados a una inversión cercana a 238,000 millones de pesos. Pemex aumenta la producción 40% y va por más justo en un contexto en el que el gas se perfila como “moneda dura” de la política económica, al cruzar la frontera entre seguridad energética, recaudación fiscal y competitividad industrial. La apuesta, sin embargo, exige controlar emisiones de metano, reducir la quema en campo y dialogar con los compromisos climáticos internacionales que hoy pesan tanto como las calificaciones crediticias.
En este rediseño institucional, la coordinación con la Secretaría de Energía (SENER) será clave para equilibrar metas de producción, transición energética y participación privada en infraestructura de transporte y almacenamiento, en particular en regiones donde los gasoductos aún no cubren la demanda industrial.
GNL: de consumidor dependiente a nodo exportador
El giro gasífero no termina en el ducto. México empieza a posicionarse en la cadena de valor del gas natural licuado con proyectos que buscan capturar oportunidades en mercados internacionales, particularmente en Asia y Europa. El proyecto Fast LNG 1, la primera instalación flotante de gas natural licuado del país, destaca por su capacidad de 1.4 millones de toneladas anuales y una inversión cercana a 2,000 millones de dólares. Su lógica es aprovechar el gas disponible en la región para procesarlo y enviarlo a clientes que hoy buscan diversificar proveedores tras años de volatilidad geopolítica.
A este esquema se suman complejos como Energía Costa Azul y Saguaro Energía, que colocan a México como un nodo emergente de exportación de GNL en América del Norte. Lejos de la imagen de un sistema aislado, el país se inserta en un entramado regional en el que el gas texano, la infraestructura mexicana y la demanda global se cruzan para definir precios, contratos y márgenes de ganancia. El reto será no repetir la historia del petróleo: depender en exceso de un ciclo de precios y descuidar la planeación de largo plazo.
Infraestructura pesada: el papel silencioso de Sarens
Detrás de cada cifra de producción y de cada anuncio de inversión hay una coreografía de acero, concreto y maniobras milimétricas. En ese terreno, Sarens se ha consolidado como un socio estratégico para la expansión energética mexicana, al participar tanto en la construcción de nuevas instalaciones petroleras y gasíferas como en la rehabilitación y ampliación de refinerías e infraestructura crítica. Su rol ilustra que la autosuficiencia también se construye con capacidades logísticas y de ingeniería de alto nivel.
La empresa ha intervenido en la refinería de Dos Bocas y en complejos internacionales como Corpus Christi, Fort Hills y Skikda, aportando grúas de gran capacidad, transporte pesado y soluciones de ingeniería que permiten ejecutar maniobras superiores a las 1,000 toneladas con altos estándares de seguridad. Este eslabón, a menudo invisible en la discusión pública, marca la diferencia entre un proyecto que cumple calendario y presupuesto, y otro que se hunde en sobrecostos y retrasos.
Pemex aumenta la producción 40% y va por más
El plan integral de Pemex prevé que la combinación de más reservas, refinación más eficiente y mayor producción de gas impulse los ingresos fiscales y genere multiplicadores económicos en las regiones petroleras del sureste, reforzando al sector como motor de crecimiento. Para estados como Tabasco, Veracruz o Campeche, cada pozo, cada planta y cada ducto se traduce en empleo, servicios y cadenas de proveeduría que reconfiguran la economía local.
No obstante, el punto de partida es complejo. Pemex arrastra una base de producción declinante y enfrenta el reto de que los nuevos proyectos compensen la caída natural de campos maduros, al tiempo que gestiona una deuda elevada, presiones de liquidez y un escrutinio creciente sobre emisiones y riesgos ambientales. Pemex aumenta la producción 40% y va por más, pero lo hace caminando en una cuerda floja donde la disciplina financiera y la transparencia serán tan decisivas como los barriles adicionales. En paralelo, Petróleos Mexicanos (Pemex) debe demostrar que cada peso invertido se traduce en reservas, producción y menores pasivos ambientales, y no solo en un nuevo capítulo de sobreendeudamiento.
Al final, el éxito de esta ofensiva energética dependerá de algo más que cifras récord: de la capacidad del Estado para regular con rigor, del mercado para señalar desvíos y de la propia empresa para asumir que el mundo empuja hacia una matriz más limpia, incluso mientras México exprime sus últimas ventajas fósiles.
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