Energía
Plan de Negocios 2021, Analiza CFE instalación de electrolineras
Adicionalmente, se explorará la posibilidad de desarrollar proyectos de generación de energías renovables por 500 Megawatts
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) prevé la instalación de electrolineras para promover la sustitución de vehículos que utilizan combustibles fósiles por unidades que son eléctricas, informó la empresa en un comunicado.
Una electrolinera es un punto de carga en la vía pública, donde se puede cargar la batería del vehículo eléctrico. Señaló que su Plan de Negocios 2021, el cual aún no ha hecho público, incluye el proyecto de instalación de electrolineras en sitios estratégicos, lo que reducirá el uso de combustibles fósiles y contribuirá a la disminución de emisiones de gases efecto invernadero en el sector de transporte.
“CFE se suma a los esfuerzos globales para la sustitución de vehículos que utilizan combustibles fósiles por vehículos eléctricos”, mencionó en su comunicado.
Por otra parte, dijo que buscará modernizar y diversificar la generación de energía eléctrica a través de tecnologías sustentables, privilegiando la confiabilidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Detalló que para lograr reducir las emisiones de contaminantes al ambiente, planea realizar proyectos de cogeneración con empresas dedicadas a otras actividades industriales, mediante las cuales se reutilizan los gases que se producen al generar energía eléctrica y al mismo tiempo se intercambian insumos y productos.
Adicionalmente, se explorará la posibilidad de desarrollar proyectos de generación de energías renovables por 500 Megawatts, con una inversión aproximada de 12 mil 180 millones de pesos.
Por otro lado, se modernizarán ocho centrales de generación hidroeléctrica, que fueron seleccionadas a través de un análisis del historial operativo y vida útil de cada central.
“Estos proyectos representan la ampliación de la capacidad de generación mediante el uso de energías limpias por 530 Megawatts”, precisó la CFE.
Proyectos serán evaluados
Destacó que los proyectos de generación a partir de fuentes diversas y limpias serán evaluados para garantizar la seguridad del SEN, sin menoscabo de la rentabilidad y minimizando posibles impactos adversos a la sociedad.
El organismo indicó que de esa forma asume su responsabilidad de coadyuvar al cumplimiento de los compromisos internacionales adquiridos por el Estado Mexicano y de los objetivos establecidos en la Ley General de Cambio Climático y en la Ley de Transición Energética.
Detalló que para reducir la intensidad de emisiones de carbono en la generación de energía eléctrica y garantizando la confiabilidad del SEN, la CFE plantea en su Plan de Negocios la expansión de su capacidad de generación en cuatro mil 550 Megawatts mediante la inversión en centrales de ciclo combinado, cuya tecnología de operación se caracteriza por una alta eficiencia en la utilización del gas natural.
Y es que se trata de una fuente de energía convencional que minimiza la emisión de gases de efecto invernadero.
“Es importante también mencionar que la CFE desarrollará y conducirá la planeación y control de las estrategias de ahorro y uso eficiente de energía en la CFE. En este sentido se realizarán Diagnósticos Energéticos en inmuebles de la CFE, con objeto de reducir el consumo de electricidad para disminuir las emisiones de carbono”, comentó el organismo en el comunicado.
Energía
México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles

El que México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles señala un nuevo rumbo en la agenda energética-agroindustrial de ambas países. La declaración fue adelantada por la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar en su cuenta de X, quien señaló que ambas naciones buscarán alinearse para impulsar la producción y el uso de combustibles renovables derivados de biomasa.
Una alianza estratégica para el futuro energético
En una reunión privada celebrada esta semana, México y EE. UU. trazaron un plan conjunto que permitirá avanzar de forma coordinada en el desarrollo de biocombustibles como parte de su estrategia de seguridad energética. Según fuentes oficiales, el acuerdo fortalece la relación bilateral en un momento en que la matriz energética global se redefine. El documento de intenciones incluye transferencia tecnológica, diseño de estándares de mezcla y el impulso a mercados de bioetanol y biodiesel.
México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles
Se debe subrayar la magnitud de esta decisión y su impacto estructural. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles, articulando de este modo un conjunto de políticas industriales, agrícolas y de energía que hasta hoy habían avanzado por vías apartadas. En la práctica, este entendimiento es el resultado de trazar un puente entre la producción agrícola mexicana y la cadena de valor de combustibles alternativos que el vecino país del norte demandará en los próximos años.
Visión oficial y contexto regulatorio
Con la guía de la Secretaría de Energía (SENER), el gobierno mexicano ha iniciado una nueva fase regulatoria que incluye la ley de biocombustibles y reformas en materia de hidrocarburos. Estas reformas crean el marco jurídico para que proyectos agrícolas y energéticos converjan en una industria emergente. En este contexto, EE. UU. aportará experiencia, estándares y mercados listos para absorber productos derivados de biomasa mexicana.
Los protagonistas detrás del acuerdo
La reunión contó con la participación de altos funcionarios de ambos países. Entre ellos, la representante estadounidense Brooke Rollins y el subsecretario Luke J. Lindberg, quienes trabajaron junto con las contrapartes mexicanas para delinear los primeros pasos del acuerdo. Una de las fuentes consultadas describió el encuentro como “constructivo y cargado de posibilidades para la cadena agro-energética Norteamericana”.
Oportunidades y desafíos inmediatos
Este tipo de colaboración abre varias oportunidades: diversificación de fuentes energéticas, valor agregado para productos agrícolas mexicanos y mayor integración comercial con Norteamérica. Sin embargo, no está exenta de retos: las infraestructuras para el procesamiento de biomasa en México aún requieren inversión; los estándares técnicos deben ajustarse; y la coordinación logística entre ambos países será clave para evitar cuellos de botella.
Hacia una nueva era energética
Mientras otros temas globales dominan la agenda internacional, este entendimiento refuerza la idea de que la energía del futuro ya no se limita a petróleo o gas: la biomasa, el etanol y otros combustibles alternativos ganan terreno. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles al colocar un nuevo activo estratégico en su colaboración energética mutua. Si se ejecuta con visión y disciplina, podría marcar un antes y un después en la integración norteamericana y en el papel de México como actor relevante en esta nueva cadena de valor.
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Energía
México y su papel en la Guerra Energética que viene

México y su papel en la Guerra Energética que viene cobra cada día mayor relevancia en un mundo que disputa no solo el poder, sino el control del futuro. Entre el petróleo y el litio, la región podría definir buena parte del rumbo energético de las próximas décadas.
La nueva frontera de poder global
La reunión entre Donald Trump y Xi Jinping que tuvo lugar en Busan no fue un simple gesto diplomático. Representa el más reciente capítulo de una larga confrontación: la lucha por quién dictará las reglas del nuevo orden energético global. Detrás de los aranceles y las declaraciones, hay una pugna más profunda: la de los recursos, las tecnologías y la capacidad para sostener la transición energética.
Estados Unidos y China, potencias antagónicas en casi todo, han decidido apostar por caminos distintos, pero igual de estratégicos. Mientras Washington reactiva su músculo fósil, Beijing lidera la revolución de las energías limpias. La competencia no es solo comercial, es civilizatoria.
Fósiles vs. renovables: un juego de espejos
Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha vuelto a colocar al petróleo y al gas en el centro de la política económica estadounidense. Con reservas abundantes, infraestructura poderosa y décadas de dominio tecnológico, su apuesta se presenta como una defensa de la soberanía industrial.
China, en cambio, juega en otro tablero. Con menos hidrocarburos, pero con una posición dominante en minerales críticos y manufactura avanzada, ha decidido convertir su déficit energético en una ventaja industrial. No es romanticismo verde, es el control de las cadenas de valor: baterías, paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.
Según datos recientes, las exportaciones energéticas de EE. UU. alcanzaron los 80 mil millones de dólares entre enero y julio de 2025. China, por su parte, superó los 120 mil millones con su venta global de tecnologías limpias y almacenamiento energético. La balanza, por ahora, se inclina hacia Oriente.
Latinoamérica: la pieza que falta en el tablero
En medio de esta guerra silenciosa, México y su papel en la Guerra Energética que viene adquiere una importancia aún inédita. Latinoamérica por fuerza tendrá que ver, el Cono Sur concentra el 60 % del litio mundial, Chile y Perú son potencias cupríferas; mientras tanto, México posee los dos aspectos energético: productor de crudo y potencial exportador de hidrógeno y otras fuentes verdes.
Pero pese a este poderío, la región, México en específico, sigue al margen, oscilando entre políticas extractivistas del siglo XX y ambiciones verdes que aún no logran articularse con una visión geopolítica.
El dilema es claro: ¿convertirse en proveedores de materias primas o en socios estratégicos en las cadenas de valor global?
México entre dos fuegos
México podría convertirse en el puente entre las dos grandes potencias. Exportadores de petróleo a Estados Unidos y, al mismo tiempo, podría integrarse a las cadenas industriales impulsadas por China en electromovilidad y energías limpias. Sin embargo, la política energética actual enfrenta tensiones entre la seguridad nacional, la inversión privada y los compromisos climáticos.
El tablero se mueve, el reloj también
La “Guerra Energética” no será corta ni limpia. No se libra con tanques ni misiles, sino con minerales, patentes y tratados comerciales. Cada país busca asegurar su autonomía tecnológica, proteger sus intereses estratégicos y ganar tiempo frente al inevitable reordenamiento global.
Para América Latina, el desafío es doble: resistir las presiones de alineamiento y construir un modelo propio que combine independencia, innovación y justicia ambiental. Porque mientras Trump y Xi negocian el precio del futuro, la región aún no decide si quiere ser jugador o terreno de juego.
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