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Energía

Estados Unidos pide a México “una competencia leal” en el sector energético

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Jayme White, representante comercial adjunto de Estados Unidos, sostuvo el miércoles 12 de enero una reunión virtual con la subsecretaria de Comercio Exterior de México, Luz María de la Mora, en vísperas de la primera Reunión de Subsecretarios del T-MEC, organizada virtualmente por México.

“White enfatizó la importancia de áreas prioritarias adicionales, incluyendo la gestión pesquera efectiva y la conservación de especies marinas; políticas energéticas que promuevan la competencia leal y la producción de energías renovables para combatir el cambio climático”, dijo la Representación Comercial de Estados Unidos (USTR, por su sigla en inglés), en un comunicado.

El representante comercial, también destacó los enfoques regulatorios basados en la ciencia y el riesgo en la agricultura, y la aprobación de productos biotecnológicos agrícolas que pueden ayudar a los agricultores a alcanzar los objetivos de producción sostenible; mayores esfuerzos de facilitación del comercio; acceso al mercado para proveedores de servicios de pago electrónico de Estados Unidos en México, y la competencia en el sector de telecomunicaciones de México.

Según el comunicado, White y De la Mora destacaron la importancia de la relación económica y comercial entre Estados Unidos y México.

White enfatizó la necesidad de que México implemente plenamente la prohibición del Tratado sobre la importación de bienes producidos con trabajo forzoso. Previamente, Kevin Brady, líder republicano del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, alertó que de aprobarse la iniciativa de reforma eléctrica en México, ésta bloquearía arbitrariamente a inversionistas.

 

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Energía

CFE pone en marcha plan prioritario de justicia energética

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CFE pone en marcha plan prioritario
CFE pone en marcha plan prioritario “Programa de Obras de Justicia Energética”, busca llevar electricidad a todos los rincones del país antes de 2028.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) puso en marcha el Plan Prioritario de Justicia Energética 2025–2028, una estrategia nacional que busca saldar la deuda histórica con las comunidades que aún viven sin acceso a la electricidad. Con una inversión total de 18 mil 916 millones de pesos, financiada a través del Fondo de Servicio Universal Eléctrico (FSUE), el programa contempla 42 mil 221 obras de electrificación en los 32 estados del país antes de concluir 2028.

El objetivo es claro: garantizar que la energía, ese bien cotidiano que da sentido al desarrollo, llegue también a quienes han permanecido en la sombra del mapa eléctrico. Según cifras de la empresa, el proyecto beneficiará a más de 295 mil habitantes, priorizando comunidades rurales, indígenas y zonas urbanas marginadas donde la falta de electricidad limita el acceso a salud, educación y oportunidades económicas.

“La electricidad transforma la vida”, destacó la CFE, al subrayar que la electrificación impulsa la equidad social, la conectividad digital y el desarrollo sostenible.

CFE pone en marcha plan prioritario de justicia energética con cobertura nacional

Durante 2025, la CFE ejecutará 12 mil 235 obras, con una inversión de 8 mil 055 millones de pesos, lo que permitirá alcanzar una cobertura eléctrica del 99.8% a nivel nacional. Hasta ahora, 93 mil personas han sido beneficiadas con 10 mil 421 obras concluidas, que representaron un gasto de 7 mil 142 millones de pesos.

Los estados con mayor número de proyectos serán Veracruz, Oaxaca, Hidalgo, Chihuahua y Chiapas, donde se concentrarán 7 mil 782 obras que beneficiarán a 138 mil habitantes. En esos territorios, la electricidad no solo ilumina calles: también redefine la posibilidad de quedarse, producir y educar.

Energía para los pueblos originarios

Una parte esencial del Plan Prioritario de Justicia Energética está dedicada a las comunidades indígenas. En el marco de los Planes de Justicia para los Pueblos Originarios, la CFE prevé beneficiar a 55 mil habitantes con 1,079 obras en 14 estados, entre ellos Baja California, Chiapas, Durango, Jalisco, Oaxaca y Veracruz. La inversión estimada asciende a 982 millones de pesos.

En este esfuerzo, la empresa estatal firmó un convenio con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) para llevar energía a comunidades O’dam o Au’dam, Wixárika y Mexikan en Durango. En total, se construirán 593 obras con una inversión de 421 millones de pesos, con un avance físico de 65%.

“La justicia energética también es justicia social”, señaló la CFE, al destacar que los proyectos se coordinan con la Secretaría de Energía (SENER) para priorizar a las localidades más rezagadas del país.

Energía que cambia vidas

Las historias locales reflejan con nitidez lo que implica el acceso a la electricidad. En El Realito, Cajeme, Sonora, 38 familias cuentan ya con energía gracias a la instalación de 118 postes, 11 transformadores y 38 mufas. En El Arroyo, San Juan Lalana, Oaxaca, otras 30 familias celebraron la llegada de la luz tras la construcción de 2.39 kilómetros de circuito eléctrico, una obra que permitirá abrir pequeños negocios y mejorar la calidad de vida.

Cada poste encendido en la sierra o la costa es un símbolo de pertenencia, una manera de decir que el país también se construye en las orillas.

Con este programa, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) reafirma su meta de lograr acceso universal a la electricidad y garantizar justicia energética para todos los mexicanos al cierre de 2028.

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Energía

México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles

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México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles

El que México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles señala un nuevo rumbo en la agenda energética-agroindustrial de ambas países. La declaración fue adelantada por la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar en su cuenta de X, quien señaló que ambas naciones buscarán alinearse para impulsar la producción y el uso de combustibles renovables derivados de biomasa.

Una alianza estratégica para el futuro energético

En una reunión privada celebrada esta semana, México y EE. UU. trazaron un plan conjunto que permitirá avanzar de forma coordinada en el desarrollo de biocombustibles como parte de su estrategia de seguridad energética. Según fuentes oficiales, el acuerdo fortalece la relación bilateral en un momento en que la matriz energética global se redefine. El documento de intenciones incluye transferencia tecnológica, diseño de estándares de mezcla y el impulso a mercados de bioetanol y biodiesel.

México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles

Se debe subrayar la magnitud de esta decisión y su impacto estructural. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles, articulando de este modo un conjunto de políticas industriales, agrícolas y de energía que hasta hoy habían avanzado por vías apartadas. En la práctica, este entendimiento es el resultado de trazar un puente entre la producción agrícola mexicana y la cadena de valor de combustibles alternativos que el vecino país del norte demandará en los próximos años.

Visión oficial y contexto regulatorio

Con la guía de la Secretaría de Energía (SENER), el gobierno mexicano ha iniciado una nueva fase regulatoria que incluye la ley de biocombustibles y reformas en materia de hidrocarburos. Estas reformas crean el marco jurídico para que proyectos agrícolas y energéticos converjan en una industria emergente. En este contexto, EE. UU. aportará experiencia, estándares y mercados listos para absorber productos derivados de biomasa mexicana.

Los protagonistas detrás del acuerdo

La reunión contó con la participación de altos funcionarios de ambos países. Entre ellos, la representante estadounidense Brooke Rollins y el subsecretario Luke J. Lindberg, quienes trabajaron junto con las contrapartes mexicanas para delinear los primeros pasos del acuerdo. Una de las fuentes consultadas describió el encuentro como “constructivo y cargado de posibilidades para la cadena agro-energética Norteamericana”.

Oportunidades y desafíos inmediatos

Este tipo de colaboración abre varias oportunidades: diversificación de fuentes energéticas, valor agregado para productos agrícolas mexicanos y mayor integración comercial con Norteamérica. Sin embargo, no está exenta de retos: las infraestructuras para el procesamiento de biomasa en México aún requieren inversión; los estándares técnicos deben ajustarse; y la coordinación logística entre ambos países será clave para evitar cuellos de botella.

Hacia una nueva era energética

Mientras otros temas globales dominan la agenda internacional, este entendimiento refuerza la idea de que la energía del futuro ya no se limita a petróleo o gas: la biomasa, el etanol y otros combustibles alternativos ganan terreno. México y EE. UU. acuerdan cooperación en biocombustibles al colocar un nuevo activo estratégico en su colaboración energética mutua. Si se ejecuta con visión y disciplina, podría marcar un antes y un después en la integración norteamericana y en el papel de México como actor relevante en esta nueva cadena de valor.

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México y su papel en la Guerra Energética que viene

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México y su papel en la Guerra Energética

México y su papel en la Guerra Energética que viene cobra cada día mayor relevancia en un mundo que disputa no solo el poder, sino el control del futuro. Entre el petróleo y el litio, la región podría definir buena parte del rumbo energético de las próximas décadas.

La nueva frontera de poder global

La reunión entre Donald Trump y Xi Jinping que tuvo lugar en Busan no fue un simple gesto diplomático. Representa el más reciente capítulo de una larga confrontación: la lucha por quién dictará las reglas del nuevo orden energético global. Detrás de los aranceles y las declaraciones, hay una pugna más profunda: la de los recursos, las tecnologías y la capacidad para sostener la transición energética.

Estados Unidos y China, potencias antagónicas en casi todo, han decidido apostar por caminos distintos, pero igual de estratégicos. Mientras Washington reactiva su músculo fósil, Beijing lidera la revolución de las energías limpias. La competencia no es solo comercial, es civilizatoria.

Fósiles vs. renovables: un juego de espejos

Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha vuelto a colocar al petróleo y al gas en el centro de la política económica estadounidense. Con reservas abundantes, infraestructura poderosa y décadas de dominio tecnológico, su apuesta se presenta como una defensa de la soberanía industrial.

China, en cambio, juega en otro tablero. Con menos hidrocarburos, pero con una posición dominante en minerales críticos y manufactura avanzada, ha decidido convertir su déficit energético en una ventaja industrial. No es romanticismo verde, es el control de las cadenas de valor: baterías, paneles solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.

Según datos recientes, las exportaciones energéticas de EE. UU. alcanzaron los 80 mil millones de dólares entre enero y julio de 2025. China, por su parte, superó los 120 mil millones con su venta global de tecnologías limpias y almacenamiento energético. La balanza, por ahora, se inclina hacia Oriente.

Latinoamérica: la pieza que falta en el tablero

En medio de esta guerra silenciosa, México y su papel en la Guerra Energética que viene adquiere una importancia aún inédita. Latinoamérica por fuerza tendrá que ver, el Cono Sur concentra el 60 % del litio mundial, Chile y Perú son potencias cupríferas; mientras tanto, México posee los dos aspectos energético: productor de crudo y potencial exportador de hidrógeno y otras fuentes verdes.

Pero pese a este poderío, la región, México en específico, sigue al margen, oscilando entre políticas extractivistas del siglo XX y ambiciones verdes que aún no logran articularse con una visión geopolítica.

El dilema es claro: ¿convertirse en proveedores de materias primas o en socios estratégicos en las cadenas de valor global?

México entre dos fuegos

México podría convertirse en el puente entre las dos grandes potencias. Exportadores de petróleo a Estados Unidos y, al mismo tiempo, podría integrarse a las cadenas industriales impulsadas por China en electromovilidad y energías limpias. Sin embargo, la política energética actual enfrenta tensiones entre la seguridad nacional, la inversión privada y los compromisos climáticos.

El tablero se mueve, el reloj también

La “Guerra Energética” no será corta ni limpia. No se libra con tanques ni misiles, sino con minerales, patentes y tratados comerciales. Cada país busca asegurar su autonomía tecnológica, proteger sus intereses estratégicos y ganar tiempo frente al inevitable reordenamiento global.

Para América Latina, el desafío es doble: resistir las presiones de alineamiento y construir un modelo propio que combine independencia, innovación y justicia ambiental. Porque mientras Trump y Xi negocian el precio del futuro, la región aún no decide si quiere ser jugador o terreno de juego.

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