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Energía

México cae 27 posiciones en el ranking Climatescope 2020

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El reporte Climatescope 2020 de Bloomberg New Energy Finance (BNEF), que rankea a las naciones más atractivas para el desarrollo de energías limpias; situó a México en la posición 51 de entre 108 países emergentes. Situación que confirma el desplome de México por 27 lugares, puesto que en 2019 se ubicó en el lugar 24.

El reporte de este año es producto del análisis de más de 60 profesionales de BNEF que recabaron información sobre 137 mercados; 108 mercados emergentes y 29 naciones desarrollados. Los mismos analistas sugieren que Climatescope de 2020 se presenta en el contexto de la pandemia de COVID-19; lo que magnifica la importancia de la transición energética en los mercados emergentes hoy más que nunca.

La estrepitosa caída de México se arrastra desde 2017, año en que ostentó la cuarta posición; lo que se traduce en la pérdida de 48 lugares dentro de este ranking en un lapso de tres años. Y si se anexan los 29 países desarrollados, entonces México tendría el lugar 77 dentro de este listado en 2020.

Asimismo, Climatescope señala que México fue un destino líder para el desarrollo de la energía renovable, previa a la presente administración; derivado de la apertura del sector, resultado de la Reforma Energética de 2013.

No obstante, el mismo reporte señala que México continúa siendo el segundo mercado energético de mayor dimensión en Latinoamérica; al tener el 15 % de un total de 88 GW en capacidad instalada la región. Pese a la política energética nacional que pretende limitar a la inversión privada para beneficiar a las empresas del estado.

Chile regresa a la primera posición

En contraparte a México, la primera posición del ranking de Climatescope de BNEF retornó a Chile; como la mejor nación emergente para invertir en renovables. El segundo lugar lo ocupó India, mientras que el tercero fue para otro país latinoamericano; Brasil.

Sin embargo, la inversión en renovables en mercados emergentes ha menguado debido a la crisis sanitaria; por lo que el proceso de descarbonización podría experimentar un freno en los siguientes años, señala el reporte.

En tanto, en 2019 la energía solar se convirtió en la tecnología favorita en un tercio de las naciones del mundo; debido a su bajo costo.

Con información de Energía Hoy

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Energía

¿Cómo impacta la nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía en el transporte de hidrocarburos en México?

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nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía

La nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía modifica de forma directa los estándares operativos del transporte de hidrocarburos en México. La regulación obliga a modernizar la telemática utilizada por flotas y operadores logísticos, con exigencias de seguridad, integridad de datos y monitoreo continuo, lo que empuja al sector a adoptar tecnologías más avanzadas.

La actualización establece parámetros estrictos de trazabilidad, respaldo de información y plataformas abiertas. El objetivo es garantizar que cada unidad registre datos verificables, incluso cuando atraviesa zonas sin conectividad. Para empresas energéticas, transportistas y proveedores de servicios tecnológicos, esto representa un cambio estructural en los sistemas utilizados para cumplir con el marco regulatorio vigente.

¿Qué exige la nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía en materia de seguridad y trazabilidad?

La regulación se basa en una premisa central: la información generada por los vehículos que transportan hidrocarburos debe ser íntegra, auditable y accesible en todo momento. Por ello, requiere equipos capaces de almacenar al menos 72 horas de datos en caso de pérdida de señal. En la práctica, esta medida evita la pérdida de registros en rutas remotas o en tramos con baja cobertura.

El acuerdo también demanda mecanismos de cifrado y firmas digitales que impidan alteraciones. Estos elementos convierten la integridad de los datos en un componente obligatorio, diseñado para prevenir manipulaciones y reducir riesgos operativos. Bajo este esquema, el monitoreo deja de ser una función básica de GPS para convertirse en un sistema de protección del flujo logístico.

¿Cómo deben adaptarse las flotas ante estas nuevas obligaciones técnicas?

Para cumplir con la nueva normativa de la Comisión Nacional de Energía, las empresas ya no pueden limitarse a adquirir dispositivos de localización. El cumplimiento requiere hardware certificado, instalación adecuada, soporte técnico permanente y capacitación continua para los operadores.

La CNE también establece que los sistemas de telemática deben generar alertas personalizadas. Estas alertas deben detectar desviaciones de ruta, fallas de geolocalización y eventos de riesgo que deban documentarse para presentar evidencias ante incidentes o inspecciones regulatorias. Además, se exige que la información pueda integrarse con plataformas abiertas mediante APIs, lo que facilita la interoperabilidad entre sistemas oficiales y privados.

¿Cómo deben adaptarse las flotas ante estas nuevas obligaciones técnicas?

¿Cómo deben adaptarse las flotas ante estas nuevas obligaciones técnicas?

¿Qué implicaciones económicas y operativas tendrá la regulación para las empresas energéticas y logísticas?

Las compañías que intervienen en la cadena de hidrocarburos tendrán que asumir inversiones iniciales en equipos certificados, plataformas de gestión y procesos de instalación. Este aumento en el CAPEX se compensa con beneficios operativos: reducción de incidentes, menor robo de combustible, mantenimiento preventivo y una operación más eficiente y documentada.

La falta de cumplimiento ya no se traduce únicamente en multas. La ausencia de datos íntegros o trazabilidad confiable puede derivar en paros de operación, pérdida de contratos o sanciones. Por ello, las empresas deberán documentar en tiempo real cada proceso, cada evento y cada desviación registrada en la unidad.

¿Cómo transforma esta normativa la competitividad del sector?

La transición hacia telemática avanzada coloca a las empresas que adopten estas herramientas en una posición competitiva superior. Podrán ofrecer monitoreo de seguridad, evidencia de rutas, métricas de eficiencia y reportes integrados para clientes energéticos y logísticos.

La regulación también impacta en terminales, patios industriales, corredores energéticos y parques logísticos que albergan estas flotas. Aquellos con infraestructura que soporte telemática avanzada se vuelven más atractivos para transportistas y operadores energéticos que requieren cumplimiento riguroso.

En este escenario, proveedores tecnológicos especializados se posicionan como actores clave al ofrecer soluciones que combinan cumplimiento, eficiencia y seguridad. El reto regulatorio se convierte así en una oportunidad para modernizar la industria del transporte de hidrocarburos.

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Alianza Cox-Finsolar: nada seguro aún en México

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Alianza Cox-Finsolar: nada seguro aún

La frase Alianza Cox-Finsolar: nada seguro aún describe con precisión el vaivén de versiones que siguió al anuncio de que ambas empresas destinarían 250 millones de dólares para desarrollar hasta 450 MW en proyectos solares y de almacenamiento en el país. Sobre el papel, se trataba de una jugada ambiciosa: una climate tech mexicana que escala su modelo hacia soluciones “360” y un gigante energético que busca consolidar su huella en el mercado industrial mexicano. Sin embargo, lo que nació como anuncio de gran alianza terminó rápidamente en terreno pantanoso, entre aclaraciones y deslindes públicos.

Lo que detonó la polémica fue la diferencia entre lo que Finsolar comunicó como una alianza ya encaminada y lo que Cox puso sobre la mesa después: que no había contratos firmados, ni un acuerdo en firme que soportara la narrativa de joint venture que algunos titulares sugirieron. La distancia entre ambas versiones no es un simple matiz semántico; abre una brecha de credibilidad en un sector donde cada megawatt anunciado pesa en la reputación frente a clientes, bancos y reguladores.

Qué hay detrás del anuncio de 250 mdd

El corazón del anuncio giraba en torno a un paquete de proyectos que, según la información difundida, se ubicarían en regiones donde la red eléctrica opera bajo fuerte estrés: sur-sureste, Bajío, occidente y corredores industriales del norte. La promesa era llevar soluciones integrales que combinaran generación fotovoltaica, sistemas BESS de almacenamiento, cogeneración y microredes bajo contratos de largo plazo, con un traje a la medida para empresas que necesitan energía más limpia y predecible.

En esa narrativa, la alianza apuntaba a empresas medianas y grandes que hoy enfrentan apagones, costos crecientes y una regulación cambiante. Para ellas, un socio que no solo instala paneles, sino que diseña, financia y opera la infraestructura, suena a salvavidas estratégico. Pero si la base contractual de ese “rescate” no está clara, el riesgo se traslada directamente al terreno de la confianza, un activo igual de caro que el propio capital.

El modelo Finsolar y la promesa del Solar-as-a-Service

En este tablero, Finsolar aparece como el jugador que mejor ha sabido leer la necesidad de las empresas que quieren energía solar sin inmovilizar presupuesto en CAPEX. Su propuesta gira en torno a proyectos de más de 500 kWp en techos de terceros, donde el usuario paga por la energía generada, reduce su factura eléctrica y sus emisiones, sin convertirse en dueño de los activos. Es un modelo que casi obliga a las empresas a mirar el Excel dos veces antes de decir que no.

Ese enfoque se inserta en la tendencia global del Solar-as-a-Service, donde el cliente corporativo firma contratos de suministro a largo plazo y delega en un tercero la responsabilidad tecnológica, financiera y operativa. En un México donde la gran escala de renovables enfrenta frenos regulatorios y la red muestra sus límites con cada ola de calor, la generación distribuida bien diseñada se convierte en una válvula de escape que aligera la carga del sistema y da margen de maniobra a la industria.

Cox Energy, el peso de Iberdrola y la cautela

Del otro lado del anuncio está Cox Energy, que no llega precisamente como jugador menor: su plan de inversión a 2030, sus activos en renovables y su avance en mercados como el mexicano la colocan como pieza relevante en el reordenamiento energético regional. La adquisición de activos de Iberdrola en México la terminó de posicionar como un actor con apetito por crecer y por ocupar el espacio que las grandes eléctricas tradicionales han ido dejando.

Por eso, la idea de una alianza con Finsolar parecía lógica: un socio con músculo financiero y experiencia en proyectos de gran escala junto a una climate tech con agilidad en generación distribuida. Lo que rompió el encanto fue la respuesta pública de Cox, al marcar que no hay documento vinculante que respalde la narrativa de una inversión cerrada de 250 millones de dólares. Ese frenón obligó a releer el anuncio inicial no como un punto de llegada, sino como una intención adelantada.

Comunicación, gobernanza y una alianza en suspenso

En el fondo, la Alianza Cox-Finsolar: nada seguro aún se ha convertido en un caso test de gobernanza corporativa y manejo de expectativas en el sector energético mexicano. En un entorno altamente regulado, con proyectos intensivos en capital y vigilancia creciente sobre el greenwashing, anunciar más de la cuenta no es solo un desliz de forma: puede encarecer financiamientos, enfriar a potenciales clientes y encender alertas en el ecosistema.

La lección que deja este episodio es incómoda, pero necesaria: la transición energética no se construye solo con buenas intenciones y cifras redondas en dólares; requiere contratos claros, mensajes consistentes y un respeto absoluto por la delgada línea entre “estamos en pláticas” y “tenemos una alianza firmada y financiada”. Mientras esa línea siga borrosa, los proyectos seguirán pareciendo más notas de presentación que compromisos reales sobre el terreno.

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Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta

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Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta

En su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum dejó claro que el rumbo de la política energética no se mueve un milímetro, pese a las advertencias de empresas y legisladores de Estados Unidos y Canadá. Desde el estrado, la mandataria insistió en que las decisiones en materia eléctrica y de hidrocarburos son facultad soberana del Estado mexicano y que, en su lectura, no existen violaciones al tratado comercial vigente con Norteamérica. El mensaje buscó enviar una señal de firmeza hacia afuera y de continuidad hacia adentro: la reforma eléctrica y el nuevo modelo de mercado permanecen, aun cuando crece la presión diplomática y empresarial.​ Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, por lo tanto.

Presión empresarial y la narrativa del “mercado cerrado”​

Del otro lado de la frontera, más de 14 mil firmas manufactureras agrupadas en la National Association of Manufacturers (NAM) acusan que las reglas mexicanas han “cerrado” el mercado a productores y distribuidores de energía de Estados Unidos, encarecen proyectos industriales y complican nuevas inversiones. En sus comunicaciones a Washington, estas empresas sostienen que las reformas de 2024 profundizaron los problemas ya señalados en las consultas energéticas de 2022 bajo el acuerdo comercial norteamericano, al fortalecer el papel de la CFE en el despacho y elevar la incertidumbre regulatoria para el capital privado. Para los fabricantes, el acceso a energía confiable y asequible se ha convertido en un obstáculo estratégico, al tiempo que ven con recelo que el rediseño del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) esté guiado por una lógica de planeación estatal que, en su opinión, limita su margen de maniobra.​

Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, ideología y soberanía en disputa​

La reforma constitucional y el paquete de leyes secundarias aprobados entre 2024 y 2025 reconfiguraron el sector eléctrico al devolver a la Comisión Federal de Electricidad un rol predominante en generación y despacho, al tiempo que estrecharon la ventana de entrada para nuevos proyectos privados. Gobiernos y asociaciones de Estados Unidos y Canadá sostienen que este giro favorece estructuralmente a las empresas del Estado mexicano y choca con los compromisos de trato no discriminatorio asumidos en el acuerdo regional, lo que ha detonado consultas y amenazas de escalar a paneles de controversia. Desde Palacio, sin embargo, la respuesta es tajante: las críticas tienen un trasfondo ideológico y político, más que jurídico, y buscan cuestionar un modelo que prioriza la seguridad energética nacional sobre la desregulación plena del mercado.​

En ese mismo tono, el mensaje central se repite como un estribillo calculado: Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, y por tanto no hay marcha atrás ni ventana para renegociar lo ya aprobado en el Congreso mexicano. La narrativa oficial se apoya en la idea de que el tratado reconoce la soberanía de cada país para organizar estratégicamente sectores considerados clave, y que la interpretación extensiva de las reglas comerciales por parte de grupos empresariales sólo busca revertir la apuesta de México por un esquema con mayor peso estatal. Política energética no viola T-MEC afirma Presidenta, insiste el gobierno, mientras advierte que ceder en este punto enviaría una señal de debilidad de cara a la revisión formal del acuerdo prevista para 2026.​

El nuevo mapa de permisos y la lógica de la red​

Bajo el nuevo modelo, ya no es el desarrollador quien decide dónde construir una planta y luego exige capacidad de transmisión, sino que la Secretaría de Energía define las zonas donde hacen falta proyectos y convoca a la inversión privada bajo criterios técnicos. La instrucción es clara: evitar que centrales aisladas saturen nodos frágiles de la red y, al mismo tiempo, orientar la capacidad nueva hacia polos industriales y corredores prioritarios, con la CFE manteniendo el timón del despacho. Para los críticos, esta recentralización de decisiones erosiona la autonomía regulatoria y desalienta proyectos que dependen de certidumbre a largo plazo, mientras que para el gobierno se trata de poner orden allí donde predominaba una expansión descoordinada.​

La autoridad energética también ha endurecido los requisitos técnicos para que las renovables se integren sin desestabilizar el sistema, exigiendo almacenamiento con baterías y esquemas de conexión que mitiguen las variaciones en generación solar y eólica. La apuesta oficial combina un discurso de transición energética con una defensa cerrada del control estatal de la red, en un equilibrio delicado que aún no termina de convencer a inversionistas que miran el reloj de la descarbonización global.​

Regularización de contratos y señales cruzadas a la inversión​

En paralelo, el gobierno avanza en la regularización de viejos contratos de autoabasto, varios de ellos vinculados a grandes consorcios extranjeros que operaban al límite de la legalidad según la lectura de las autoridades mexicanas. La venta del portafolio de plantas de Iberdrola a un nuevo operador se convirtió en caso emblemático: el mensaje fue que, quien quiera seguir en el negocio, debe alinearse al nuevo marco y renegociar bajo las reglas que colocan a la CFE como actor ineludible.​

Mientras tanto, cámaras empresariales y analistas advierten que la combinación de mayor control estatal, reglas cambiantes y tensiones comerciales con socios de Norteamérica puede encarecer el financiamiento y retrasar proyectos clave para aliviar cuellos de botella de transmisión y generación. El gobierno responde que, con planeación centralizada y contratos bien diseñados, México podrá atraer inversiones que acepten jugar bajo estas condiciones, aun cuando parte del capital más impaciente mire hacia otros destinos. En ese pulso se juega no sólo el futuro del sector eléctrico, sino la capacidad del país para aprovechar la relocalización industrial sin ceder el control estratégico de su energía.​

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